A partir de 1800 a.C. comienza la Edad de Bronce, donde el cambio tecnológico que marca su comienzo es la aleación de cobre con el estaño, originando el bronce.
Como rasgos generales de esta etapa podemos decir que se produce:
- Una progresiva sustitución el sílex por el metal en armas y utensilios.
- Comienzo de la orfebrería.
- Aparecen nuevas formas cerámicas.
- Cambios en los enterramientos; la inhumación colectiva pasa a individual.
- Mayor desarrollo del comercio.
- Cambios económicos, con la aparición de una sociedad jerarquizada.
Durante la Edad del Bronce se produce una ocupación intensa de las estribaciones nororientales de los Montes de Toledo, documentándose diferentes poblados enclavados en una altura de oscila entre los 850 metros y los 1.000 metros de altitud. Se sitúan sobre crestones cuarcíticos a modo de plataformas ligeramente amesetadas, desde las cuales se dominan visualmente los valles fluviales, sobre todo el Algodor, Amarguillo, Cedena, Pusa y Guajaraz.
Los poblados en altura se caracterizan por un marcado carácter defensivo, con difícil accesibilidad, importante control estratégico del territorio, explotación de los recursos de la zona y adaptación a la topografía del terreno. Dicha ocupación del territorio, se debe principalmente al aprovechamiento de fuentes y cursos de agua, así como la explotación de recursos minerales del cobre. Este modelo de ocupación se complementa con el patrón de asentamiento en llano, donde se aprovechan las pequeñas elevaciones naturales del terreno junto a cursos de agua.
En la comarca Montes de Toledo se localizan numerosos asentamientos del Bronce donde podemos destacar los ubicados en:
- Marjaliza, donde se han documentado tres yacimientos de la Edad del Bronce situados todos ellos en altura. Se caracterizan por estar situados en un espolón cuarcítico con importantes defensas naturales y artificiales, destacando el importante control visual del territorio.
- Mazarambroz, con el poblado amurallado de El Castrejón. Éste presenta una forma alargada al adaptarse a los condicionantes orográficos de la Sierra del Castañar, que se caracteriza por la presencia de dos líneas paralelas de crestones de cuarcitas en las cotas superiores, que suponen los límites norte y sur del asentamiento. La principal característica visible del yacimiento es la de presentar potentes estructuras de cierre, muy especialmente hacia el Oeste, al ser la zona de más fácil acceso. En esta ladera se han documentado tres recintos amurallados consecutivos en un excelente estado de conservación. Están realizadas con las propias cuarcitas de la zona dispuestas en seco. Asociado a estas estructuras aparecen fragmentos de cerámica realizada a mano con desgrasante mineral grueso y un aljibe excavado en la roca en la parte NE.
- La Sierra de Layos, con un poblado adscrito al Bronce Pleno y que posee un importante control visual sobre amplias zonas de la llanura que se extiende entre los Montes de Toledo y el valle del Tajo. Se han documentado fragmentos de cerámica a mano con decoración de cordones y digitaciones, restos de ollas y vasos troncocónicos.
Asociado a este poblamiento en altura está el denominado arte esquemático postpaleolítico, el arte prehistórico más moderno.
Éste fenómeno artístico, se localiza en covachas y abrigos al aire libre, utilizando una gama de colores como el ocre, rojo y en menor número el negro, amarillo o el blanco. Estos colores se aplican con un único trazo que forman toda la figura o, excepcionalmente, limita el contorno exterior.
Los temas más representados son figuras humanas y de animales, junto a motivos geométricos, que se agrupan en torno a una serie de tipos; antropomorfos, zoomorfos, ídolos, etc., con un gran carácter esquemático que dificulta su interpretación.
Como ejemplos más importantes de este arte en los Montes de Toledo, podemos mencionar los municipios de Mora y Los Yébenes, donde se han localizado vestigios de éstas representaciones artísticas en abrigos y cuevas naturales. Destacan las pinturas rupestres de Las Zorretas, donde se han documentado cincuenta figuras de arte esquemático, todos ellos con pigmentos rojizos más o menos intensos, según su estado de conservación y grado de absorción.