A partir del 750 – 725 a.C. se sitúa el comienzo de la Edad de Hierro en la Europa Occidental con la incorporación del nuevo metal, el hierro. En la Península Ibérica los hallazgos de hierro más antiguo se fechan entre el siglo VII – VII a.C. que debe vincularse al comercio del pueblo fenicio.
La Edad de Hierro en la Península Ibérica se caracteriza principalmente por el desarrollo de la Cultura Ibérica que surgió como consecuencia del influjo que los colonizadores fenicios y griegos ejercieron sobre los pueblos indígenas del mediterráneo español y se desarrolló desde el siglo VI al I a.C.
Su ámbito geográfico era muy amplio, ocupaba toda la costa mediterránea desde Cataluña a Andalucía central, incluyendo también la Andalucía interior y la Meseta sur.
La cultura ibérica era eminentemente urbana, con la aparición de grandes oppida, que estructuraba el territorio, pero el proceso de urbanización no fue igual en todas las zonas. En la Meseta sur, los poblados ibéricos presentan una gran diversidad en lo que se refiere a su ubicación tamaño, esquemas urbanísticos, funcionalidad, etc.
El ritual funerario del mundo ibérico es la incineración, cuando la persona moría se procedía a la cremación del cadáver, que se quemaba vestido y acompañado de sus objetos personales. La cremación del cadáver se realizaba en un ustrina, pira funeraria en la que se disponían las maderas para alcanzar la temperatura necesaria para la combustión de un cuerpo. Una vez quemado el cadáver, los restos se introducían en una urna que era depositada en el lugar de enterramiento. En estos enterramientos también se depositaban ajuares, que en el caso de algunas sepulturas de carácter monumental, revelan la existencia de una clara jerarquización social, ya que el tipo de tumba y los elementos de ajuar son el reflejo del rango o estatus del individuo.
La ocupación de la comarca en la Edad de Hierro se ha adscrito tradicionalmente al área carpetana. La localización de diversos poblados de mediano tamaño y cercanos a cursos fluviales, hacen de este territorio una zona con una alta densidad de poblamiento, constatado por la localización en superficie de materiales cerámicos de pastas oxidantes, decoración geométrica de color ocre y bordes zoomorfos.
Destaca la localización de estos materiales en los municipios de Almonacid de Toledo, Consuegra, Cuerva, Manzaneque, Marjiliza, Mascaraque, Mazarambroz, Menasalbas, Mora, Navahermosa, Noéz, Polán, San Pablo de los Montes y Los Yébenes.
Además de la existencia de estos yacimientos, en la Comarca se han localizado numerosas esculturas de verracos como las de Totanés, San Martín de Pusa o Gálvez.
Sobre la función de los verracos existen varias teorías o interpretaciones que a continuación exponemos:
- La primera es la de estela funeraria, basándose en la iconografía que supone el cerdo como animal relacionado con aspectos necrológicos, opinión apuntada por Hübber.
- Una segunda teoría, con escasos seguidores, proponen que serían monumentos exentos con la función de exaltar la riqueza ganadera de la zona.
- Por último, la anunciada por Cabré, que apunta al carácter totémico de estos verracos, cuya situación señalaría, bien las cañadas por las que discurría el ganado, bien corrales o recintos donde era reunido el ganado, teniendo la escultura un carácter protector de dicho ganado.